Si Yo Muriera Hoy Quería Que Supieras…
Nos habríamos ido a agricultores y mercados y conversado con los ancianos que cuenta con historias antiguas y nuevas arrugas.
Nos hubiera horneado galletas en la medianoche y lamió migas de nuestros dedos.
Nos hubiera besado de una luna a la siguiente y dormido bajo las estrellas. Nos hubiera gustado tanto mucho.
Hubiéramos acurrucados juntas por un fuego crepitante, el humo de la madera picando los ojos y encubriendo nuestros abrigos.
Si nos habíamos conocido.
Tendríamos manos retenidas.
Tendríamos baños tenido. Con burbujas que cubren nuestros pedacitos tentadoras.
Nos hemos compartido miradas tímidas y sonrisas cómplices. Y hecha dulce, tierno amor en una cama iluminada por el sol, por velas.
Nos hubiera caminado bajo la lluvia. Y a reír y cantar fuera de tono. Y a reír de nuevo.
Nos hubiéramos montado en bicicletas con cestas. Y serpentinas si hubiera tenido a mi manera.
Tendría.
Nos hemos apoyado la una con al otra contra el peso del mundo y nuestra inclinación habríamos hecho todo más claro.
Nos hubiera sido honesta con las demás. Y agradecida. Y amable.
Nos hubiéramos sido ridículas y animadas e indignante cuando nadie miraba. Y a veces cuando si.
Y nos hemos retractado nuestros cuentos y nuestras parodias al tiempo que sienta en los brazos de la otra y se consoló con la fragancia de aroma familiar de cada una.
Tendríamos libros de lectura en la cama y en voz alta. Y vos habría quitado las gafas para mirarme. Y eso habría hecho mi corazón feliz.
Nos hubiera enseñado a cada una otras cosas.
Nos hubiera hecho planes formidables y habríamos tenido grandes ideas y hubiéramos tenido grandes hojas de cálculo con códigos de colores.
Y nos hemos reído mucho más. Siempre habría habido risas.
Y ligereza. Y ser.
Hubiéramos tenido viajes por carretera espontáneos con libertad en nuestros pies y llena nuestros pulmones con la creación sorprenderá de Maravillas de la Naturaleza.
Habríamos andado en las maderas, hojas de pino otoño penetrante en nuestras fosas nasales; el fuerte chasquido de ramas secas bajo los pies.
Nos hubiera tocado la corteza de los árboles de abeto y deje que nuestro ojos niebla por su belleza. Y los caídos.
Nos hemos sentado por frescos manantiales en la reverencia silenciosa.
Nos hubiera puesto de pie uno por el otro. Y tal vez algo más grande.
Y tendríamos tiempo sentir deslizarse por momentos desaparecidos y trató de aferrarse con corazones de agarre.
De vez en cuando, nos hemos dado cuenta de nuestros cambios físicos. No fea. No está mal. Justo ese recordatorio de tiempo.
Nos hubiera tomado nuevos pasatiempos para tratar de mantenerse joven y se reunió con viejos amigas para recordar los tiempos pasados.
Nos hemos quedado sin cosas que decir y tal vez se sentía inquieta. Tal vez desconectada. Pero hubiéramos sabido esto también pasará. Y lo habría hecho.
Nos hubiera vivido toda una vida y se sentía como menos de un momento.
Nos hubiéramos tomado nota de los hábitos y preferencias de los demás y yo hace mucho he aprendido a colocar vuestra taza antigua de café preferida, con manos temblorosa.
Y que habría llevado a casa las malas hierbas en ramos de flores delicadas y tocar mi cara con ternura, no ver las arrugas que se han formado.
Nos hubiéramos mirado la una a la otra en un momento como este, con ojos que expresaban temor, y tierno amor.
Nos hubiéramos hecho el amor menos quizás pero celebrada entre sí más.
Y entonces un día el sol se habría fijado en gran medida de nuestro corazón reemplazado con cielos permanecido bajo como una manta de lana húmeda, sólo los recuerdos, recuerdos, recuerdos que dejan de caminar de la mano, chapoteando y mojado y salvaje y juvenil y alegre. Y riendo.
Ahora sólo una, sola en sábanas frías, escuchando el zumbido de la lluvia en el techo y hablo en voz alta a la otra, como si todavía está allí. Hundimiento bajo un pecho colapso de profundo vacío, rodeado de un silencio atronador.
Y el duelo en silencio y violentamente, sintiendo la eternidad sentido restante.
Hasta los pájaros por la mañana ‘comenzaron canción de nuevo, menos estridente en nuestro oído.
“Despertarse! Levántate! Vive! “.
Y así.
Con el aliento determinado, habríamos elegido nosotras mismas. Porque eso es lo que la otra hubiera querido.
Si muriera hoy, yo quería que lo supieras.
Nos hubiera encantado.